Desde hace más de una década, nuestro respeto por el medio ambiente, los animales y las personas, hace que busquemos soluciones para minimizar nuestro impacto y ante la escasez de alternativas para vestir, decidimos actuar.
Nos vinculamos de forma especial con la sensación de paz e intimidad que produce tejer, la concentración que requiere, el orgullo y el esfuerzo que supone crear una prenda por uno mismo, así como la explosión de creatividad que se genera en nuestra mente cuando entra en contacto con los hilos y los colores.
Esto no solo nos proporcionaba tiempo personal, también elevaba nuestra autoestima y nos ayudaba a empatizar con el proceso de producción de cualquier prenda, haciéndonos conscientes del trabajo que hay detrás de cada punto.
La lana, una materia prima renovable, que se puede transformar íntegramente, de principio a fin en nuestra península, es la que nos llevó a emprender en el sector lanero y nos enamoró en cuanto descubrimos su historia y sus magníficas propiedades intrínsecas a través de veredas, paisajes, personas y por supuesto, las ovejas.